Gente normal
Sally Rooney








“Novelas para chicas tristes”, “La voz de la generación millenial”, “La Taylor Swift de los libros” "Paul Mescal, protagonista de la adaptación del segundo libro de Sally Rooney” son algunas reseñas de Normal People y siendo sinceros, todo el marketing que una editorial puede hacer para que chicas como yo, compren, lean y se obsesionen con este libro. Y si además, la autora es una irlandesa que huye de la fama, vive en un campo a las afueras de Dublín y es tan hermética que ni tiene Instagram ni concede entrevistas… ¿qué mas puedo pedir? 

Dejando frivolidades aparte, leí este libro en 2018 con la inocencia con la que te acercas a las cosas por primera vez, sin saber que casi dos años después, iba a convertirse en un boom literario. 

Lo que en un primer momento parece una historia adolescente al uso: chica conoce a chico, chico conoce a chica y se enamoran, Sally Rooney traza un retrato de intimidad, vulnerabilidad y complejidad de las relaciones humanas, de una forma silenciosa y casi invisible. 

A pesar de ser su segunda novela, fue la primera que leí de esta autora y sin saber por qué, iba con este libro a todas partes. Se convirtió casi en un símbolo de pertenencia a un club inexistente de personas que nos sentimos identificadas con las emociones “normales”, que ella relataba en la historia de amor y amistad entre Connel y Marianne. Veía a alguien en el metro, en una cafetería, biblioteca o librería con este libro y quería decirle: te entiendo, yo también me he sentido así. Y creo que por esa razón, con el tiempo, Normal People se convirtió en un elemento viral en internet -fue el refugio perfecto para personajes propios de Rooney que no saben expresar sus emociones, que se abruman con los contactos físicos, que sienten las cosas cotidianas con una sensibilidad desmedida y que ahondan en temas aparentemente superficiales o normales que esconden una profundidad muy discreta. 

Es el libro que me hace volver a la soledad, inseguridades, sueños y preguntas que tenía con 15 años viviendo en una pequeña ciudad y que con casi 30 años me hace preguntar si realmente ha cambiado algo.


Note 
“Hay algo liberador en ser ordinario en un mundo obsesionado con lo extraordinario”

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